miércoles, 11 de enero de 2023

Diente de León

¿Sos realmente un destello?

El Océano Pacífico fue creciendo en tus ojos al ritmo del faro más vivo.

Yo tenía 

solo un barco de papel.

Pero era nuevo y yo 

la capitana más aventurera del mundo. 

Navegué:

Un Rumbo Perfecto. 


(Fuiste la luz de mi noche. Un niño que ríe.

Conmigo cruzabas las piedras mientras jugábamos las últimas cartas del amanecer) 


Sin embargo seguiste.

A través de las olas de años. 

Hubo tsunamis. Humo y desiertos. Siempre al ritmo del faro más vivo. 


Te veo en el surco que deja una lágrima que fue cayendo sobre tierra seca.

Girones de monte.

Abriendo tierras. 


Pero los ojos del amor llenan las grietas.

Sanan la herida.

Sos Diente de León en nuestra propia montaña. Siempre helada pero regresas.

Nacido en la tierra abierta. 


Yo me calzo las botas más fuertes

y abrigo mi pena para seguir tu huella. 


¿Te encontré?

¿Me fui?

Nunca estuve ahí. 


Pero la fuerza de esa flor amarilla 

me empuja hacia vos. 

La nieve se espesa. 


Voy a cruzar las piedras como el niño que  fuimos. 


Voy a darte la mano y vamos a atravesar la cordillera de mares.

Sin problemas. 


Contemplemos este paisaje...

Frente a nosotros un muro: natural. Majestuoso. 


En el muro una flor amarilla se asoma. Nosotros sabemos que los millones de años y las millones de almas confluyen en cualquier punto del mundo que miremos y estallan en nuestros rostros.

Dos pares de ojos pulverizados. 

Nos damos la mano como hermanos.

La miramos.

Pierdo las botas.

No quiero moverme de aquí.


domingo, 13 de diciembre de 2020

Para Julieta que brilla

 

Pasos gastados y una esperanza de regia apertura desempolvada sacudida de perra en la playa orgía de gotas de mar empoderadas al fin vengo a gritar esta nada que azota mis días sin esperanza hace años espero este momento de explosión libertaria si ya no soy un ovillo ya no soy la que fui ya no tengo entusiasmo primitivo sino labranza y cavar cavar cavar la tierra en la que retozan criaturas desconocidas que sigo de vez en cuando mientras tiemblo adormecida porque cavar cansa densa bruma brama espanta la cicatriz que retoma el recorrido del río sobre la piel lastimada cien veces una herida sobre la otra dibujan mapas de dolores que excomulgo de la comarca fuera ya ciclo cumplido el río volverá a mi nido y de aguas claras se nutrirá la pájara que crece dentro mío con alas invisibles manitos de bioluminiscencia que brillan en mi panza atravesando la piel con su poder láctico y galáctico tan ella misma tan fuerte y nueva tan buena la vida que dentro mío se sueña dormida sigilosa avecita que despierta al ser llamada raíz del sol raíz que titila por debajo de la tierra a salvo de las lenguas del fuego que no llegan a propagar el fin porque Tierra hermosa y húmeda vos sos un útero que cobija a todos los reinos reina reina reina mía mujer enorme de caderas hechas con hebras de estrellas divinas expandida y fértil como estas garras hundidas en el fondo de la quietud más negra en donde hay gusanos y caracolas y todo parece un poco ajeno a mi humanidad que sobra pero recuerdo entonces que dentro mío arden las constelaciones y te peinan el pelo largo de Sierva María soñada sin demonios entregada al amor inocente pequeña llama viva acunada por la Diosa de mi cuerpo de labranza y tormenta crecé y volá dentro mío que hay lugar en mi pecho incluso para una aventura sobre los mares y el Amazonas cuando nació tectónico para que tus ojitos recién abiertos y placentarios conozcan el tesoro que anida en tu vuelo amor mío yo te cuido mientras vas toda invisible y real a poblar el cielo con tu abrazo de niña que viene a dar luz cuando todos creían que solo éramos barro.

d.

13-12-2020

sábado, 25 de abril de 2020

fall

Si un ángel, por herido
(Sólo así sería)
Pudiera estar
En la tierra, conmigo
Yo sentiría lástima
porque vino.
Querría hacer
Una escalera de papel
Y si ya no puede volar, que suba.
Que intente volver al Edén.


d. 


sábado, 21 de marzo de 2020

respiro planetario


hundí mis manos al fondo de la noche
 saqué una pregunta
brillante cual gema de fuego
me ardió la piel al sostener
semejante duda:
¿eran importantes mis palabras?
ante aquella fogata encendida por dos almas
conmovida por una inquietante espera
en cuarentena
asediada por la existencia,
ante el devenir del otoño con sus magias
ante el despliegue del respiro planetario
¿qué podía esbozar más que un poema escrito
hace sesenta años
de alabaza a la Tierra?
descalza dándole mi voz al fuego
un poema de Tejada
una advertencia como verbo único de cuerpo
hecho acción, puño, lanza
pero entonces las palabras
desprendidas de su decir, trascendidas por el mensaje único
¿eran importantes? ¿o lo era sólo el poema?
erguido ante el misterio como aceptación
amable abrazo entre lo humano y el cosmos
poema, tejido de sílabas que suman siempre otra cosa
múltiplo comunicante
monopalabra de hueso


¿y mi yo?
aquí sentada, corto manzanas
y cavo pozos
Leo
Leo entre líneas

Leo las líneas
Leo encima de las líneas
Leo a través de las líneas
Leo subiendo las líneas
Leo y mastico las líneas
Leo y olvido las líneas
Leo chispazos de líneas
Leo estos chorros de líneas
Leo pedazos de líneas
Leo las gotas de
Leo lo escaso
Leo las leo
Leo las
Oigo.

d.

lunes, 2 de septiembre de 2019

paraíso terreno

Jesús
haciendo el amor.
Calla entre confusiones de polvo.

La voluntad de Dios

era ella: la mujer conectada 
tomando una decisión conmovida:
"Esto quiero yo"
Y la divinidad se manifestó
engendrando en su vientre la esencia.
María entendió con el tiempo
que la Verdad fue repartida
por el sacro viento entre las personas
y luego entre los Pueblos
(o antes)
Lo cierto
es que nadie tuvo nunca más La Verdad 
y fue humano atributo
No Matar al distinto
sino verlo entre los árboles de la vida
como pedacito de Cielo Divino.

"Hay alguien que comprende todo

y sonríe cuando nos ve"
"Todos lo sabemos, iguales y distintos"
y la Grieta de esa carne fue cubierta
por mieles de todos los horizontes del mundo
mientras Jesús acaba su obra mayor: el Amor.

Indalea

domingo, 20 de enero de 2019

dry


Hay fantasías labradas con hielo. Se deshacen al primer rayo de sol,
Que deja tras la quimera solo un charco.
Ciertos barcos de alma inquieta flotan en su vaivén impredecible.
Aman la orilla de su lago pequeño, anclados en la arena besan las olas.
Pero el agua no besa. Sólo envuelve… sólo seca.
Ciertas almas de prodigiosas barcas vuelan con los remolinos de la primavera.
Sabrán suspirar sin que nadie las oiga mientras danzan su tristeza de cielo fiel, erguido una vez más detrás del iceberg en el que aterrizan.

domingo, 21 de octubre de 2018

La Pausa

El verdadero mercurio es el peso de sus ojos. Como angustias clavadas en mi vientre las tres miradas nunca dormían. Rastros de plomo desmoronándose como lluvia sin pausa, tierra surcada por un río de hiel, o un bosque petrificado de pupilas enarbolándose en la noche: la hermandad había sido eso: no poder hablar de la luna: mal mal mal mal mal: sonreír escondiendo un siempre algo: abrazar para olvidar: disuadir verbos: esquivar años: animarse y temer: vos rompés vos rompés vos rompés: vos. Dije basta: voy a hablar de la luna, esa criatura silenciosa mal llamada madre, ese espasmo luminoso del cielo que me arde, y ustedes si no quieren escuchar tápense los oídos, por su boca abierta entrará su aire a noche fresca. La luna hipnotizó al mar durante el tiempo que duró la eternidad sin ser vista. Luego dijeron que ella dominaba las mareas y nunca pudo hablar para explicarlo. Solamente eso: las Olas.

lunes, 30 de julio de 2018

Basura en el cielo


Había un niño solo, sentadito en el campo. Había llorado. El sol caía, pendía de una raja en las nubes plateadas. Nadie lo veía. Nadie pudo apreciar que parecía hipnotizado. El testimonio fue de los árboles que él había soñado esa mañana, cuando despertó recordando que al sentir la presencia de todo ese pueblo de árboles se había dado cuenta que definitivamente allí no estaba solo. Pues bien, aquí llegaron entonces algunos retazos de aquellos testigos, que con leves palabras de viento y aire me han dicho que esa tarde el niño habló.
-¡Soy el Rey de las Caracolas del Tiempo!
-(Sonido de pájaros, de hojas llenas de viento)
-Hay basura en el cielo. ¿Eso tiene remedio? ¿por qué no puedo mirarlo sin llorar?
Dicen los árboles que el niño pasó esa tarde murmurando, hablaba con algo que a veces respondía sus preguntas, pero otras parecía que el niño hundía sus pensamientos en un manojo de lluvia interior. Esa tarde volvió a la casa despacio, pero antes le puso nombre a las hierbas, y hubo algunas que se llamaron Esperanza. Otras, con pequeñas flores de fino color, se llamaron Alientos, esa misma tarde. Al otro día lo olvidarían. No sabrían sus nombres. Porque el sol saldría para renovar la vida y él no deja tiempo para memorias de heridas. Porque la palabra humana se hizo de hiel, y lastima. Los árboles y las árbolas, aquellas sabias acacias que tuve el honor de escuchar una vez, me contaron que siempre lo esperan, que saben que el niño está creciendo allá lejos, que volverá para arrancarlas, que si el niño se pinta de amnesia las flores no vuelven, que el perfume secreto de los versos que ha dicho esa tarde todas pudieron sentirlo, esa brisa leve de ternura humana, en cada retoño de pureza respira…
Y si. Aquí guardo silenciosamente esta pequeña herida, que parece dorada y poblada de atardeceres. Nunca entenderé por qué mi herida es un tejido de memorias ni por qué cayó sobre mí la gran gentileza de aquellos seres del monte, que me han compartido el secreto, y yo ahora lo escribo con fe. Sospecho que un espiral nos abraza, que la esfera celeste ha tejido vasos comunicantes y hemos empezado, atardecidos, a tender la urdimbre para que se abra el lenguaje del cielo, y podamos limpiarlo con nuestra oración, para que el niño sonría nombrando a las flores, y les haga cosquillas cuando sale el sol.
d.

viernes, 5 de enero de 2018

lo que no se dice

Tantas horas de silencio hundieron en la fruta la verdad como una avellana de sombras, impenetrable a tus ojos, la verdad extranjera que no merece más que un poco de misterio y olvido, te oigo hablar en el recuerdo y miro tus hombros como una figura geométrica divina que brilla en la noche, yo miro esa constelación, soy muy pequeña y mis pies se hunden como avellana de sombras en la arena de Mar del Plata, vos con tu hamaca en las olas te deslizás, bello pez, estás en el agua, estás en la noche, gema impune, me pedís que no baje el volumen, me gritás que no lo haga, sacás el parlante afuera y subís la canción al cielo, armás escalones y los subís siguiendo el ritmo de Abraxas. Resuelto a remover la energía del Cosmos, un Poseidón intocable, mi verdad es no besarte porque un orden preestablecido ha querido que tu belleza sólo le pertenezca a la luna. Y esa luna, compañera, preñada de tu luz, serena, como dicen los poemas y los tangos doloridos da testimonio de que respiro, y te inhalo como un perfume, despacito, pienso en tus alas, ella sabe que quiero sentir tus alas. En mi espalda terciopelos, en mis manos abiertas, en la punta de mis dedos las plumas de tu identidad. Pero la luna quiere tenerte y se cuela infatigable en cada momento, de fibras de tesoro, cada momento a tu lado, los dedos de la luna tocan tu cara, los dedos de la luna te amansan, sé que te gusta la noche tanto que te desborda, tantas horas de silencio, tantas cosas no dichas y tantas palabras tejiendo el nido en tu pecho, te abren los brazos, tus ganas, te hacen saltar como un Cristo inmortalizado en su gloria. Tu alma cabalga al tiempo, pero el tiempo no te domestica, no se saben tus años, no se posee tu vida. Tomaste una piedra. La arrojaste contra las bestias y el aire se rompió como un jarrón inútil. Sentiste la asfixia. Alguien pudo ayudarte, yo no estaba. No estoy. Altas probabilidades de silencio indican que tampoco estaré cuando mueras, invoco al destino para arrojar sobre él este deseo que huele a Océano, que huele a una fruta inmensa, romper el aire, irrumpir con la verdad en medio de la vida impunemente y subir cada escalón que lleve a una Estrella. Alguien pudo ayudarte y mojó con leche tus ojos. Suaves como las plumas de tu identidad perdida. Me acuesto, disminuída en la curva de tus pestañas. En tu memoria oblicua yo te sueño.

martes, 12 de septiembre de 2017

presagio

Seré una mujer solitaria con marcas de abandono en el rostro, que vuelve cansada del chino con el saco caído por la mitad del brazo que sostiene dos bolsas de plástico llenas de latas y animales alarmados de tanto silencio onírico, seré una sombra voluptuosa de gruesas caderas y paso lento, que se desarma de ternura cuando ve a los caballos pasar por la calle, que se destripa en anhelos de piernas calientes sobre su vientre inclinadas, seré una estrella fugaz de belleza tardía que apenas fue vista por un joven miope, seré un disfraz de horas, una lágrima atragantada cada día, un espectro adolescente que busca su grupo perdido en la plaza, tirados, borrachos durmiendo sobre el vómito, y yo seré la mujer que los recuerda, y que camina sobre el líquido con sus zapatillas nuevas, intentando recordar una mueca, un gesto, una cara de aquellas que sentían, un atisbo de latido real en su corazón que se escondió de sus miedos, su corazón que se replegó sobre sí mismo, su corazón que es lo más parecido a un bicho bolita del mundo, seré una fruta vencida, un esqueleto con adiposidades de cuerpo que no gestó ningún niño, adiposidades ligadas al hueso sin compasión estética, seré un esfuerzo cotidiano por borrar las líneas que surcan la frente y van hundiéndose en el cerebro cada vez más convencidas, seré una sombra, seré una ruina, seré una muerta en vida, seré todo lo que no quise si no dejo de amarte. Hoy.

miércoles, 29 de marzo de 2017

A Roberto García Otero

Un libro nunca teme al silencio. Se cierra tranquilamente a reposar su historia y ya no dice. Como si el respeto tuviera perfume,  su lomo desprende aromas que sólo se huelen en un buen sueño y cuando se aproxime la hora de conocer su ternura o su espanto. De a poco irá viniendo el momento, un libro sabe esperar, no acosa, en su anaquel soporta las inclemencias del polvo y a veces lo envuelve su encanto. Un libro aguarda sin angustias poder ser abierto como una ventana. Dirá, por ejemplo, como un viejo amante que sonríe ante sus ojos adorados -¡hay tan poca gente que ame los paisajes que no existen!- y tal vez sea ése un breve suspiro final mientras lo cierran con todas sus ilusiones intactas: No morirá aunque lo maten, pero arderá si lo queman.
Un libro nace en el silencio. Sus hilos de fibra iridiscente sostienen el peso de cada hoja en su lugar con firmeza mientras cada momento sin ruido es nido en donde pareciera que piaran los pájaros que se le escapan a tanta imaginería de algún poeta que aún vuela mirando un fuego en el año 1987, cuando su mujer ya era madre y dormía, cuando lloraba de hambre su primer hijo y él amasaba un pan para desayunar el otoño. Esa poesía parecía que se le escapaba por la mirada, tal vez Roberto escribiera por los ojos, tal vez dijera en esa noche algo nunca escrito, las posibilidades de aquel recuerdo se esparcen como pelusas en estas hojas que miro. Roberto de Marzo, Roberto amanecido, Roberto que flota dentro del libro y así llena toda la casa, Roberto dice que un poeta mira dentro de los años/ su vaso de vino contra la corriente, y así se queda dormido.

Un libro dura en el silencio. Y si fuera tejido artesanalmente dicen que el tiempo no lo molesta. Existen treguas secretas que han hecho algunos libros y el tiempo. Y existen hojas color madera que son gruesas y livianas, suaves como piel y llevan inscripciones como tatuajes, son poemas que viven para renacer aunque no mueran, porque tienen un cuerpo al tacto y un olor y un color de textura que incita a recorrer sus mundos como una niña que se hace su casita en el árbol.  Un sol taciturno / encendido aún contra los cipreses / del crepúsculo lila serán tal vez los pájaros que confirmen, suntuosos, la verdadera existencia del paisaje real concebido en el tiempo del libro que aguarda tranquilo en el mayor de los reposos que unas manos lo encuentren para llenar la casa de voces nuevas, y la esperanza como desesperada se hará poema desde una línea atemporal en donde ambos, lector y poeta, caminan juntos sin saber qué vendrá.

miércoles, 15 de marzo de 2017

Santa Euforia de los Silencios

Si abro la panza con bisturí de nácar o de palabra habrá vísceras y eso no es más incómodo que tenerlas dentro: entrañas que rebalsan gruesas mariposas de grasas vegetales y sabia savia de cantos graves como el sonido de Saturno si se graban sus emisiones energéticas, entrañas que te abrirán la piel entonces más sangre brotará entre las grietas porque su filo de carne cruda es implacable con las manos abiertas. Que no te sorprenda jamás tanta belleza de caverna inquieta, de arraigo que no cesa y te increpa en los mares de tu rabia, por años estabilizada y serena, se hacen fuertes los cardúmenes que se silencian, ¡y ya no más! ¡basta de tanta hoguera! Esta vez solo será lo crudo, no habrá tiempo para pensar en cenizas porque el ahora es bien fresco y jugoso, nada sabe de humos, sólo alimenta al fuego en su estado más puro de recién nacido que grita fuerte, que abre a su madre, que quiere vivir pero mientras tanto mata y corta lo sólido, seca lo húmedo.  Ahora se flota adentro de una entraña que ha visto la luz. Se está. Se sostiene la espesura de sangre en la gota que pende de una altiva mariposa en pleno vuelo. Ella es la Diosa, la verdadera iridiscencia, el sostén de todo arraigo con la tierra que te parió, amigo mío, no estamos solos en esta contienda, no temas a tu desnudez más rancia porque llegamos al tuétano de la existencia mientras nos vamos cocinando en un caldo que el sol prepara con flechas de cielo para atravesarnos el corazón que entonces ya no latirá porque seremos guiso.
¡Abran cancha que viene la sangre!
¡Levanten los puentes! ¡pasen!
Aquí no cabe un alma, moriremos de aplastamiento. Tal vez.
O vendrá por nuestra redención la Santa Euforia de los Silencios.

Y nos besará los pies como tantos Cristos han hecho sin resultado más que una buena patada en plena cara y la pérdida parcial de una dentadura abatida por la dureza del pan de la historia, repetida hasta el hartazgo, repetida hasta hacerme llorar, repetida tantas veces como un mantra ciego, repetida hasta memorizar cuántos pelos tiene en la axila esa señora llamada Esperanza, repetida hasta que un día alguien se suicidó porque no quería volver a ver la cara de la historia que le voló tantas veces los dientes a Cristo hasta dejarlo mudo y de paso un poco sordo del golpe, repetida tantas veces que unos cuántos volvieron a suicidarse pero Cristo sigue poniendo la mejilla y vos le decís ¡no! ¡pará! ¡besale otra parte del cuerpo! Pero es tarde. Parece que los ciclos se cumplen inexorablemente y llega la parca para sonreír en medio del campo mientras patea cráneos tan enterrados en esa tierra hueca que apenas se sobresalen un poco pero vos sabés que son muertos porque está Ella, la redentora, que vendrá a obedecernos porque queremos destrucción sin retorno, ya no querremos esto, ya no más repetición de los ciclos de esta historia obtusa, ya no más, Parquita, pero no, mis pies dejalos, siento que voy a darte una patada en plena cara, siento que te hablo pero no me escuchás ya porque esto capaz sea un sueño, Parca ¡no me beses los pies! Que voy a golpearte, Parca, Parquita, ¡cuidado! Es peligroso, tal vez no puedas, tal vez no seas, tal vez no, ¿qué pasa? ¿qué es lo que vuela? ¿este manojo de huesos es la esperanza? Cuidado, estoy tan sola, ¿dónde está el tuétano? Santa Euforia de los Silencios…

jueves, 2 de marzo de 2017

que hablen ellos

La vaquita de San Antonio un día se sacó el nombre, y voló
Liviana sobre pezones agrietados vio pasar un tren dormido
Madres tiesas, niños fríos, comían bichos del destino
Ella avanza, ya no es vaca
Ella avanza, ya no es santa
Sin Antonio y sin olvido vuela sobre los caminos
A los peces les avisa que no suban
Los pollitos hacen fila mientras vuelan
A escuchar secretos de su pequeña abuela
Redondita, con manchitas, les cuenta que no vengan

Que no rompan el huevo para qué nacer.

jueves, 29 de septiembre de 2016

Las abejas son devueltas a sus pétalos.
Liban acaso
por última vez.
No pesan ya sus cuerpos.
¡Ardan soles! Arrullen su vuelo.
Nada retumba en este campo.
Sólo se oyen sus pasos.
Han traído insectos.

Hoy se llevan la miel.

d

La Rural

En La Rural, una vaquita hermosa se niega a seguir el paso, llevada por un tipo desde una soga que tiene atada a su morro agujereado. El tipo tira y tira de la soga. Ella se niega y clava sus patitas en la arena, pero tiene que seguir: se rinde. Yo la miro y me pregunto si no habrá sido un pequeño triunfo en medio de una desgracia. A su alrededor se aglomeran los hombres que la tienen cautiva, los caballos de los granaderos, hermosos y amansados, los ladrones de las tierras argentinas, los asesinos de nuestros pueblos originarios, los asesinos de la Patagonia Rebelde, los ricos más codiciosos de nuestro país y sus crías humanas, vestidas con ponchos caros, a su alrededor ella ve que se agitan unas telas que son nuestra bandera nacional, tomadas por manos sucias de sangre de señoras de bien y lentes negros, a su alrededor gritan "¡Si se puede!" y es un estertor vacío que rebota en las paredes de los edificios, y ella No Puede escapar, y su lenguaje es otro, el de amamantar, pero su cría ya no está, y se aglomeran todos para gritar esas palabras metálicas, hay un presidente que mira su celular con cara de aburrido mientras toma de la mano a su hija que está vestida con piel de zorro, el presidente se ubica detrás de un tal Etchevere, que parece ser su feje y sonríe con un entusiasmo turbio, y la vaquita no quiere seguir el paso. Sabe que a su alrededor están celebrando una fiesta, la fiesta de la Industria de la Muerte, su propia muerte, la Muerte de los Inocentes, y celebran también las Muertes de los pueblos originarios, la Muerte de los anarquistas, y esas Muertes oye la vaquita como susurros en el viento que acaricia el pelo suave de sus orejitas, esas Muertes que evocan un árbol cualquiera del campo libre tierra adentro, un algarrobo o tal vez un viejo tala... a su alrededor celebran la Muerte porque los hombres de la Sociedad Rural alimentan sus cajas fuertes con el oro de la Muerte, y dicen ser argentinos, y lucen sus banderas blanquicelestes, allí están, todos amontonados para festejar que les llegó la hora, que la Fiesta recién empieza, ¡¡preparen, apunten, fuego!! y sus cajas revientan de oro rojo, tocan la trompeta, anuncian el discurso y la vaquita los mira a través de los adornos que le pusieron alrededor de sus ojos, esa vaquita somos nosotros, esa vaquita viva, que van a despedazar. Ojalá algún día podamos sentirlo en el cuero. Nuestra existencia en su propio cuero.  Nuestro cuero en su nobleza, en la pureza de su sangre tibia que forma ríos invisibles de desesperación. Una vaca argentina. "Esto es sólo el comienzo", dice Etchevere, y todos aplauden.

d

viernes, 23 de septiembre de 2016


Desde esta ceguera veo los restos que ha dejado atrás 
un monstruo inútil.
Detrás de mis ojos, que fueron incinerados, 
hay cunas que arden.
En esta misma ceguera encuentro 
una paz de bóvedas sin nombre, 
y rezo alabanzas.
Sé que aún se podía mirar a los ojos sin pagar. 
Lo sé. Fue ayer. Vi tus ojos. Era mi sueño.
Arrebatado el chispazo de luz en las pupilas, roída la gracia de las aves que sobrevuelan esta ciudad, desde mi ceguera construyo un castillo con la memoria.  
Parada en la cima de una montaña de mentiras el cielo bosteza, porque el sol se aburre de iluminar tanta farsa. 
Me tapo la cara con las manos, y recuerdo que fue entonces cuando ya no pude imaginarte. 
Hubiera sido fácil habitarte, o al menos dibujar tu hermosa mirada en el centro de la palma de mi mano, pero me olvidé. 
Hubo luz, hubo tanto. 
Detrás de la lluvia que nubla mis ojos los niños cantan, 
y amo, y el tiempo es un papelito 
que tiembla en el confín 
de mis ojos abiertos.

d


jueves, 11 de agosto de 2016

Alpinista

Voy subiendo las montañas que tiemblan dentro mío,
intento avanzar,
alcanzar las alturas,
y el ascenso implica
contemplar los abismos.
En ellos planean los cóndores menos vistos.
Al llegar a la próxima piedra
ofrendaré humildemente
un corazón incesante
(entonces un ángel incaico sonríe
y amasa soles de arcilla tras un largo camino)
En mi pecho reflota el latido.
El ángel y yo cantamos una canción.
Nadie nos oye.
Y en el hueco vacío
Se renuevan los ciclos.
Amasar.
Amar.
Arar.
germino el vacío
con semillas de cimas.

miércoles, 18 de mayo de 2016

María Victoria Luna

Siempre creí que estabas lejos.
Temí lo peor. Pero sentía tu respiración.

Algo me pasa esta noche, que pienso en todo esto. Tal vez me embriagué con este vino barato, para escaparme a otro mundo, para salir de mí. Porque no podía seguir tolerando el ritmo idiota de la vida en esta ciudad que parece muerta. Sea como sea siempre, aún mirándote frente a frente, tus ojos eran barrancos por los que se oía trinar los pájaros más tristes y más suicidas que yo recuerde, y eso que te tenía enfrente, deshilachando una vieja historia que antes del antes más anterior seguramente había sido real, había sido buena, había sido linda. De todas maneras no estás. No estabas cuando me lo contabas. Ni estás ahora, cuando pienso que fácilmente puedo confundirme las alegres florcitas rojas de un vestido con manchas de sangre que no coaguló. De hecho lo hago. Y se parecen. No sé cuando sangro. No siento cuando la piel de mi alma se abre, nadie me enseñó a hacerlo, debería saber percibir de qué manera duele el desgajamiento del alma partida en varios pedazos. Pero no. Sigo adelante pensando que estoy entera, y que mi alma, que nunca supe qué es, pero respira, es un alma incólumne que permanece erguida frente a la desolación de la soledad. Que mi alma no sangra, que mi sangre no mana. Son las cosas de la vida. Pero hay momentos en los que por alguna razón  se escapa,  y el vino se derrama en mis ojos, entonces todo lo que se acomodaba en su lugar de pronto se pierde. Y por donde se va la sangre escapa la comodidad, a veces por esa misma hendija se me ha ido la sonrisa, o el mate de la mañana, o la capacidad misma de madrugar para poder dar clases. Por esa misma ventana no he podido ver el bosque. Pero borbotones de sangre ha manado, y yo ni mú. Yo sólo supe que estaba abierta. Pero nada de olfato, sólo una leve intuición, es como un andar detrás de mí misma, pensando que quizá en algún momento encuentre un diamante, o una canción, o una llave, o un corazón. Cosas que se aprenden cuando una es niña. Hundida en el silencio más enemigo y menos dramático, ese silencio de día miércoles, hago un repaso mental de mi caída, y pienso que me decían, María Victoria Luna, ella se cayó. Se calló. Se calló y se cayó. Cual si fuera una gota, que en su mismo silencio cae por la desmesura de la tristeza que ya no se sostiene seca, y debe mojar la piel, la gota cae y calla, como María Victoria, que hace de mi vida un poco su propia historia, pero ella no soy yo, María es mi abuela, hace apenas dos semanas supe su segundo nombre, que es Victoria y me gusta, me enamora, gracias abuela, habitante de mi sangre, por morirme con tu grito silencioso me has llamado a esta noche, a un paso de las tres de la mañana, cuando las ánimas se despiertan a lo más oscuro del filo de la sombra, pero aún en ese horror veré luz porque desde un pasado que vuelve rescato la expresión de tu rostro cansado, por haber soportado el alcohol de Carlitos, por haberte inmolado en tu hija que paría sus hijos, y sí, abuela, te moriste cuando yo apenas era un retoño, aunque podría tener algún recuerdo pero no hay caso, que no, pero se abrió una ventana adentro de tus ojos, fueron  barrancos por los que oí trinar los pájaros más tristes y más suicidas que yo recuerde.

d.

lunes, 4 de abril de 2016

Al indiferente

Tocar el llanto del cielo con el lomo.
Penetrar el líquido, que tu mano se moje
Con agua salada.
Encender farolas en cada lágrima.
Y que su peso al caer se expanda.
Tocar el llanto del trabajador con el hueso.
Desnudarse de carne, llegar al tuétano.
Sentir así el filo del dolor en serio.
Congelar el aire. Quedarse quieto.
Mirar entonces hacia el fondo
Del hombre y su tormento.
Hacer silencio.
Amasarlo entre nosotros.
El silencio ante el dolor.
Dolor, dolor nuestro.
Y alimentar el alma
Con el pan del respeto.
Sólo así el grito de guerra
Emergerá, profundo
Y hará un pozo en el cielo,
Un pozo de libertad
Por el que enfrentar
Tanta Enfermedad
TAN
Oscura Impunidad.




domingo, 3 de abril de 2016

Miro la danza de un hipocampo.
Toco su panza con la punta de mi dedo.
Pequeño cuerpo que tiembla en silencio
Sumergido en la oscuridad
más tierna.
Lejos de la cacería sangrienta,
jinete que cabalga
su gran inocencia.


d.

jueves, 3 de marzo de 2016

mhuremborje

Gira el pez en la órbita del sueño
Y el hombre abarca, oculto entre sus párpados,
Las ventanas de todos los cielos.

Gira el pez. Las heridas son circulares.
La mujer inhala vapores de hierbas, baila,
Su cuerpo de almeja se limpia de sal.

Tibios, duermen.
Sus bocas destilan el eco del mar.

Y sueñan que habitan 
cual peces el día.
Orbitan.

d.

viernes, 26 de febrero de 2016

<>

El fuego narra. Si no encendemos una llama, jamás podremos contar la historia.

...

Vaciar la casa de un abuelo, regar las plantas sobrevivientes, morirme de risa con mi vieja frente al inerte patetismo, ablandarme por dentro y buscarme niña enana curiosa como observando el museo familiar de objetos que te miran, me hizo pensar que la memoria es tan creativa... sin imaginación no hay recuerdos. Pero sin memoria no hay historia. Entonces, por un momento, pareciera que lo vivido es un invento. El relato de uno mismo se pierde en los caprichos de un teatro antiguo... el presente es lo más. Momento de sacar los pinceles y pintar otra historia.

domingo, 20 de diciembre de 2015

ONIRIGRAMA




envidio a las nubes que te arropan al caer

en el barranco del absurdo


viernes, 4 de diciembre de 2015


No hace falta

hablar diez minutos. Habrá cantado un pájaro mojado en una rama oblicua mientras llueve: me hará sonreír.
oler con deleite tu pan al mediodía, un pan de oro que no querré comer para evitar destruirlo.
de ninguna manera, sentarme frente a vos sobre una montaña de diamantes y barro, no hará más falta esa cosa tan abismal, de subir y bajar de allí para besarte.
Tampoco quiero más esa manera bestial de meterte en mi cuerpo: Ya No se Aguanta luego tan grande Ausencia. No será necesario un soñar tan intenso, tan proporcional al misterio que te pinta el aire oscuro cuando me mirás inoportuno.
Sólo entender que dentro mío hay una montaña.
Tomar mis botas, un poco de abrigo, y subirla. Dejarte detrás. Llegar a la cima, encender una antorcha, y llorar.

martes, 27 de octubre de 2015

7

Lunes Naranja Nuestro Orígen
Tus manos vertían Siempre
Las cartas en su caja
Bien podrían arder fatuas

Martes Verde de la vida
Flores crudas, plastilina
Vos y yo, nuestro intento
La fugacidad del momento

Miércoles Rojo Fusilamiento
Desprevenidos
Deshilachados
Desaprehendidos

Jueves Azul de campanas
Aves de lejos, botella del mar
Tu barco y el mío una vez más
Íbamos a naufragar. Lejos.

Viernes Amarillo
Lo que supimos no lo vimos
Hay una rueda de vicio
Subimos

Sábado Gris de los cuerpos
Lo que de vos queda en mí
El deseo al fin se hace muerte
De todo lo bueno

Domingo Negro
El Diluvio
La Herida
Desapego

Volví.

d.

lunes, 21 de septiembre de 2015

Recuerdo a la luna caída dentro de un pozo. Hay un hombre parado en tierra firme, mirando hacia el fondo. Mira hacia abajo y sabe que ese pálido círculo que gime viene del cielo, y el hombre también sabe cómo sacarla de ahí, porque tiene en su bolsillo un hilo blando de nácar, tejido por sus abuelos y vuelto a tejer por sus padres y así sucesivamente sucedería, pero lo siente en su mano sin querer usarlo para subirla hacia él suavemente como volando, porque ese hilo fue tejido para salvar lunas. Pero él solo la mira: esta luna morirá. El mundo se quedará entonces más solo, porque durante la noche ya nadie tendrá ánimo de amar ni llanto que llorar, y la marea no subirá. Nadie verá una gema suspendida en la hondura de la existencia, faro en el cielo como flor salvaje sin tiempo, y nadie ubicará su hogar en el centro de la nada, porque sin luna será una orfandad que come vacíos.
Nadie sabe que el futuro de la esperanza humana permanece anudado en el bolsillo del hombre que observa impávido al fondo de un pozo.
i


martes, 9 de junio de 2015

Makandal en el mar de mi hogar. Más de una isla.

¿había una baldosa floja y me caí?
¿había, hace diez minutos,
un cristal roto, su filo,
un maremoto de niño, un delfín?

o es que acaso vi la la luna
madurar en tu mirada,
y llenaba orillas de pestañas,
y con gracia de perla buena rodaba...

¿pudo haber sido el enchastre del barro?
¿la fila de soberbios, la cola de los bancos?
¿pudo el tuétano Violeta permanecer,
pudo la sombra haberse bañado en su luz?

o es que un día se izaron las velas
de un barco valiente sobre los mares del mundo
la nave que empujan tus ojos con fuerza
abriendo camino en la aguas, profundos brazos de luz.

¿hablan los portales? ¿lloran, de pronto, estas ventanas?
¿se vuelven animados los objetos más tontos de mi casa?
¿qué dice, entonces, esta lámpara de sal, qué dirán las piedras,
los frascos, el cable del teléfono, qué cantarán los lápices al pueblo de las sábanas?


o es que ha caído una gota de esperanza 
y el ámbito de la hondura se hizo pluma...
se desataron los secretos del fuego, los secretos de los sueños del cielo,
y Makandal llamó a los libros, y los libros montaron vuelo, 
y los pájaros de rama en rama piaron la alegría
y comprenden el idioma eléctrico que hablan todas las cosas del mundo, 
y si la luna venía, dulce perla de armonía, 
este pobre corazón, antes pequeño, ahora vibra, 
y si el barco pretendía anclar en esta isla, 
¡bienvenidos, animados!
que ahora los pájaros saben,
los pájaros de nuestra historia
esos pájaros del alma, son pájaros reales,
vengan, que ahora ellos, que ahora son aves,
que ahora es el cielo que no tiene miedo,
 ¡que ruede la luna con gracia! 
¡hogares de altamar! 
ilusiones peregrinas, 
¡bienvenidas!

d

sábado, 25 de abril de 2015

Farolas


Que se revuelvan los mares, 
que golfoscorrientes marinas,
 bahías y puertos
que naves y muelles 
se abrumen de viento.
Sus muertos avanzan hacia la vida sin pausa
son todos los animales que avanzan
y acuden a la marcha ballenas
perlas ovaladas llaman a sus crías
avanzan con fuerza, todas las dulces criaturas de la tierra
las que no descansan, se entrelazan
se eslabonan como pasionarias, se espiralan
no hay miedo, no hay distancia, solo placenta
placenta de aire, placenta de mares
para llegar en olas a batir las arenas
para poblar las ciudades con la voz de la pena
para nutrir los surcos de una sangre nueva
y los muertos, que rían, que avanzan hacia la vida
envueltos en el viento de la verdadera alegría
la alegría de los que no tienen nada
la alegría que avanza hacia la orilla
en ramos de remolinos, en pétalos enfurecidos
y ellos ofrecen su letra que canta, y laten sus frutos
y ofrendan la vida, nada importa ellos avanzan porque cabalgan
despiertos de amor, provistos de luz
que muchos olvidan pero los vivos bailan en la orilla
los vivos que viven no olvidan, 
sanan la herida, saben que los buenos muertos
nos guían nos aman nos iluminan.