domingo, 21 de octubre de 2018

La Pausa

El verdadero mercurio es el peso de sus ojos. Como angustias clavadas en mi vientre las tres miradas nunca dormían. Rastros de plomo desmoronándose como lluvia sin pausa, tierra surcada por un río de hiel, o un bosque petrificado de pupilas enarbolándose en la noche: la hermandad había sido eso: no poder hablar de la luna: mal mal mal mal mal: sonreír escondiendo un siempre algo: abrazar para olvidar: disuadir verbos: esquivar años: animarse y temer: vos rompés vos rompés vos rompés: vos. Dije basta: voy a hablar de la luna, esa criatura silenciosa mal llamada madre, ese espasmo luminoso del cielo que me arde, y ustedes si no quieren escuchar tápense los oídos, por su boca abierta entrará su aire a noche fresca. La luna hipnotizó al mar durante el tiempo que duró la eternidad sin ser vista. Luego dijeron que ella dominaba las mareas y nunca pudo hablar para explicarlo. Solamente eso: las Olas.

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