Desde esta ceguera veo los restos que ha dejado atrás
un
monstruo inútil.
Detrás de mis ojos, que fueron incinerados,
hay cunas que
arden.
En esta misma ceguera encuentro
una paz de bóvedas sin
nombre,
y rezo alabanzas.
Sé que aún se podía mirar a los ojos sin pagar.
Lo sé. Fue
ayer. Vi tus ojos. Era mi sueño.
Arrebatado el chispazo de luz en las pupilas, roída la
gracia de las aves que sobrevuelan esta ciudad, desde mi ceguera construyo un
castillo con la memoria.
Parada en la cima de una montaña de mentiras el cielo bosteza, porque el sol se aburre de iluminar tanta farsa.
Me tapo la cara con las manos, y recuerdo que fue entonces cuando ya no pude imaginarte.
Hubiera sido fácil habitarte, o al menos dibujar tu hermosa mirada en el centro de la palma de mi mano, pero me olvidé.
Hubo luz, hubo tanto.
Detrás de la lluvia que nubla mis ojos los niños cantan,
y amo, y el tiempo es un papelito
que tiembla en el confín
de mis ojos abiertos.
Parada en la cima de una montaña de mentiras el cielo bosteza, porque el sol se aburre de iluminar tanta farsa.
Me tapo la cara con las manos, y recuerdo que fue entonces cuando ya no pude imaginarte.
Hubiera sido fácil habitarte, o al menos dibujar tu hermosa mirada en el centro de la palma de mi mano, pero me olvidé.
Hubo luz, hubo tanto.
Detrás de la lluvia que nubla mis ojos los niños cantan,
y amo, y el tiempo es un papelito
que tiembla en el confín
de mis ojos abiertos.
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