lunes, 21 de septiembre de 2015

Recuerdo a la luna caída dentro de un pozo. Hay un hombre parado en tierra firme, mirando hacia el fondo. Mira hacia abajo y sabe que ese pálido círculo que gime viene del cielo, y el hombre también sabe cómo sacarla de ahí, porque tiene en su bolsillo un hilo blando de nácar, tejido por sus abuelos y vuelto a tejer por sus padres y así sucesivamente sucedería, pero lo siente en su mano sin querer usarlo para subirla hacia él suavemente como volando, porque ese hilo fue tejido para salvar lunas. Pero él solo la mira: esta luna morirá. El mundo se quedará entonces más solo, porque durante la noche ya nadie tendrá ánimo de amar ni llanto que llorar, y la marea no subirá. Nadie verá una gema suspendida en la hondura de la existencia, faro en el cielo como flor salvaje sin tiempo, y nadie ubicará su hogar en el centro de la nada, porque sin luna será una orfandad que come vacíos.
Nadie sabe que el futuro de la esperanza humana permanece anudado en el bolsillo del hombre que observa impávido al fondo de un pozo.
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1 comentario:

Don Julio dijo...

shhh!
No levante la perdiz!
Sigo mirando.