Vaciar la casa de un abuelo, regar las plantas sobrevivientes, morirme de risa con mi vieja frente al inerte patetismo, ablandarme por dentro y buscarme niña enana curiosa como observando el museo familiar de objetos que te miran, me hizo pensar que la memoria es tan creativa... sin imaginación no hay recuerdos. Pero sin memoria no hay historia. Entonces, por un momento, pareciera que lo vivido es un invento. El relato de uno mismo se pierde en los caprichos de un teatro antiguo... el presente es lo más. Momento de sacar los pinceles y pintar otra historia.
viernes, 26 de febrero de 2016
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