martes, 5 de enero de 2010

El arrabal ensoñado en almíbar
faro solitario
emisor de brisa iluminaria
canal fértil de golondrinas
y sin embargo a cuestas se llevan los días

ataúd ceniciento reposa en la arcilla
del invierno que se cuela
a merodear las palmeras del ecuador
serpiente que avanza tronco por tronco
gimoteo falto de espíritu
la batalla cernida sobre las playas
que son azules
sólo entre el espacio
que hay entre la sombra de la pared más pálida
y tu cuerpo vacío


¡vaya espiral de sienes ardientes
y corazones gastados en lechos fríos!
¡vaya preñez del ser más débil y más bello,
hundido en el terreno de dos enemigos!



darle espaldas al viento
como un cazador maltrecho que no cuenta
ni con media rama que le destine poder
bañarse en fuegos de imposibilidades viles
que amortizan un camino de tres baldosas
que sólo a paso firme y con llagas
acompaña suave a quien busca una verdad



el patio
que nunca fue de nadie
sostiene en su brizna leve
un llanto mío



la carne mustia
los pechos cubiertos
de tilos atardecidos
cabalgan la noche
y suman

suman dibujos

en la aureola de pozos que rodea tus ojos
tan hipnóticamente estrecha
que repele a la luna sobre un horizonte

arengando serena
a soñar con almíbar
aquel capullo de mentiras

guardianas de un arrabal destructor

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