Luar: ½

lunes, 19 de mayo de 2008

½

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El cuerpo deberá vegetar como buen fruto, fruto doliente que será por fin dulce.
Para comprender el carácter de un único sueño
que no palidecerá aunque lo hielen,
la carne sabrá corroerse como la ciruela cuando se desgaja.
Pender era necesario.
Aquí la herida.

(

7 comentarios:

Federico J. B. dijo...: "pender era necesario"

Sangrando el durazno del arbol cayó.; mayo 20, 2008 8:02 p. m.
Ezequiel dijo...: Muy otoñal el poema! Bello, como siempre

Saludos
Ezequiel
www.unarazonparavivir.com.ar/blog; mayo 21, 2008 11:40 a. m.
juan dijo...: cuanta belleza , cuanta salvaje y natural preciosura...

juan borges; mayo 24, 2008 6:48 a. m.
Leandro dijo...: Poderoso..Palbras justas en lugares justos... Un aimagen quizás no tan positiva, pero imperecedera...

Saludos; mayo 28, 2008 10:45 a. m.
Anónimo dijo...: se desvanecio mi alma; mayo 30, 2008 6:02 p. m.
Romina Berenice Canet dijo...: en la herida,
el gusano confundido,
evitando entrar
y estropear la belleza.; junio 02, 2008 10:29 a. m.
Federico J. B. dijo...: "El sano egoísmo del lector lleva a que los tiempos del poeta no importen y una quiere leer algo en la inmediatez del tiempo
publique publique déle"
Ud. misma

Yo = idem; junio 06, 2008 10:22 p. m.

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espejo

"
Considerados desde el punto de vista de su existencia terrestre, es decir, no ficticia, sino real, la masa de los hombres presenta un espectáculo de tal modo degradante, tan melancólicamente pobre de iniciativa, de voluntad y de espíritu, que es preciso estar dotado verdaderamente de una gran capacidad de ilusionarse para encontrar en ellos un alma inmortal y la sombra de un libre arbitrio cualquiera. Se presentan a nosotros como seres absoluta y fatalmente determinados: determinados ante todo por la naturaleza exterior, por la configuración del suelo y por todas las condiciones materiales de su existencia; determinados por las innumerables relaciones políticas, religiosas y sociales, por las hábitos, las costumbres, las leyes, por todo un mundo de prejuicios o de pensamientos elaborados lentamente por los siglos pasados, y que se encuentran al nacer a la vida en sociedad, de la cuales ellos no fueron jamás los creadores, sino los productos, primero, y más tarde los instrumentos. Sobre mil hombres apenas se encontrará uno del que se pueda decir, desde un punto de vista, no absoluto, sino solamente relativo, que quiere y que piensa por sí mismo. La inmensa mayoría de los individuos humanos, no solamente en las masas ignorantes, sino también en las clases privilegiadas, no quieren y no piensan más que lo que todo el mundo quiere y piensa a su alrededor; creen sin duda querer y pensar por sí mismos, pero no hacen más que reproducir servilmente, rutinariamente, con modificaciones por completo imperceptibles y nulas, los pensamientos y las voluntades ajenas. Esa servilidad, esa rutina, fuentes inagotables de la trivialidad, esa ausencia de rebelión en la voluntad de inicitiva, en el pensamiento de los individuos son las causas principales de la lentitud desoladora del desenvolvimiento histórico de la humanidad.
"
Mijail Bakunin
Dios y el Estado

"
(...) Cuántas veces uno se despierta por la noche como entre dos sueños y uno tiene la sensación de estar sumergido en un mundo verdadero, auténtico, pero distinto del mundo común y cotidiano, y por la mañana a la hora del despertar definitivo uno nunca acaba de saber si era un sueño o la realidad. Era una realidad, pero una realidad extra-ordinaria en el seno de la cual la conciencia de la masa retoza a sus anchas y hace el mal que ha premeditado. Es sobre todo en estos estados poco normales de reposo nocturno cuando todos los grandes clamores de conciencia de los cuales le hablo tienen lugar, y cuando se decide el estrangulamiento, la alienación, la parálisis, el internamiento o el suicidio de Gérard de Nerval, de Nietzsche, de Lenin, de Villon, de Lautréamont o de Edgar Poe.
Cuántas veces en diez años no me habré encontrado yo mismo aprisionado en semejantes mareas, con bastante asiduidad en todo caso, y con la suficiente dureza como para haber guardado de ellos conciencia plena y no poder olvidarlas jamás (...)
"
Antonin Artaud
Cartas a André Bretón

Luar

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