los colores en la sombra de una silueta que se forma en el piso
los colores del mundo
indefinidos
la silueta devenida a mi organismo
que sabe ser la sombra de mi
lo tangible no se desvanece
tangible, perenne
yo tóxica
yo cuerpo
raspo froto toco rompo
reúno de pronto el abstracto con lo sólido
me arrastro, en el suelo los huelo, aquellos colores de mi cuerpo
Frescura de manzanas...
pétalos en libros...
pereza oceánica...
verdores incandescentes...
hamacas...
muevo la cabeza hacia arriba
un, dos
ya casi puedo ver las vigas del techo
(siempre llamaron mi atención, mi lirismo tímido, esos caudalosos rayos de luminiscencia que se abren paso entre agujeros; anestesiándonos)
tres
Constitución
inmundicia
inmovilización
amargura de flote
como despertar
un solo color imperialista fusiona esta gama
el azul grisáceo de Buenos Aires a las siete
todavía en primavera del asfalto, el preludio del neón,
o también, aquél amarillo pútrido y caliente
que emanan los rieles del tren y vuela sobre la hierba
desprendiéndose del viaje hacia la ciudad
y sus multiplicaciones
irse
d
5 comentarios:
Gotas de cuerpo nos salpican el ser.
Dahlia que extraño que es esa energia magica que brota del mundo tan hermoso y horripilante.
Saludos desde el otro lado del vidrio de la pantalla.
Sonaré platónico, pero "la silueta devenida a mi organismo ()que sabe ser la sombra de mi". Esto me vuelve a leérte de viento. Aunque el viento baje de Constitución y se arterie por Brasil hasta algúna célula urbana (perdón, soy pueblerino) los vientos son viento.
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