viernes, 6 de julio de 2007

¡¿?!
aventura onírica
fábula inconexa en mi bemol in diminuendo
>>> close your eyes and look at me
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Una mujer de mediana edad, estatura media y pelo corto está atrapada en un sitio que parece ser un centro de tortura, una cárcel. Descubro que es un galpón de la facultad de filosofía y letras. Ella quiere escaparse, yo miro la situación desde algún rincón del lugar y lo presencio como si estuviese dentro de un film. Oscuro, sofocante, inmenso, así se me presenta el lugar. La veo desesperada, intenta escapar, corre por entre pasadizos desnivelados. Otra mujer, carcelera, con una cara que aún recuerdo, descubre que la muchacha está huyendo, y la obliga a pisar descalza un sitio del suelo en el que hay electricidad. La chica se da cuenta que la carcelera la engaña (quiere hacerle creer que haciendo ese camino podrá huir). -Entre tanto, sé que hay otros convictos en estado lamentable que son un grupo de personas a las que sé que las autoridades del lugar les han otorgado el extraño beneficio de poder escapar, y buscan cómo, y oigo sus gritos, su llanto, oigo golpes de cadenas y vidrios-. La chica consigue escapar de esta mujer, llega hacia una puerta en la que hay un preso enloquecido que con la cabeza ensangrentada da golpes contra los bordes de los vidrios de la puerta. Logran salir. Ella corre y se escabulle entre los pasajeros que bajan por la boca de un subte que, en algún giro de mi sueño, ya no pertenece a la Argentina, estoy en París y puedo dar saltos enormes. Sé que ella está escondida en los túneles subterráneos. Y de pronto, el caso pasa a ser tema de los medios de comunicación parisinos. Miro toda la escena desde arriba, puedo saltar y semi volar, me siento un bicho extraño, camaleónico. Voy de boletería en boletería. Los pasajeros le dicen en tono de chiste a los empleados de subte “ustedes deben habegla cgiado...” así con esa ge tan francesa refiriéndose al carácter salvaje de la muchacha que -todos saben- están buscándola escuadrones policiales por entre los subtes sin dar con ella. Nadie me ve: soy completamente invisible. Ahora hay una televisión enfrente mío. Hay un diario. Ambos tienen una imagen en blanco y negro en la que puede verse una maquinaria extraña, estrambótica y horrible, llamada “pozo”. Es una máquina de tortura. Lo sé. Abajo puede leerse un titular enorme que dice en tono evidentemente irónico El pozo cortazariano. Interpreto esta frase como alusiva a la facultad de filosofía y letras, en la que en nombre de grandes autores se tortura, se encarcela. Mi sueño se quiebra, se abre, aparezco en la terraza de la facultad en presencia de un grupo de estudiantes uruguayos que venían al país en conmemoración de una fecha que no recuerdo. Los estudiantes son muchos, yo los observo. Uno de ellos escribe en una pared muy grande: Lo cotidiano es marea. Me llama poderosamente la atención el graffiti, y me acerco a uno de ellos para conversar acerca del mismo. Pido su mail. Subo con él a un auto, y empezamos a andar por una ruta que llevaba hacia Uruguay. En ese momento un sueño que tengo hace años vuelve a mi: una ruta muy grande, ubicada a una altura inconmensurable, que no es ruta sino rieles de tren por los que andan los autos apoyando una rueda en cada uno, y esta ruta maldita sube y sube verticalmente hacia la nada, y sube, no deja de subir nunca, el uruguayo me habla como si nada y yo estoy aterrorizada porque recuerdo en el sueño el sueño mismo que vuelvo a tener y que tanto me atemorizaba de pequeña, pero hay una innovación, hay un cambio, en determinado lugar de la ruta unas sogas nos tiran de pronto hacia fuera arrancándonos del auto, y el auto sigue sólo guiado por los rieles hacia un tramo muy peligroso. Debemos alcanzarlo caminando por una senda que por algún motivo me hace sentir más segura. El auto nos lleva hacia la facultad de filosofía y letras. El estudiante ya no está conmigo. Está mi hermana. Miro el gran galpón, vacío y asfixiante, negro. Estamos arriba de un techo de cemento pero no hay luz, hay techos encima de nuestras cabezas. El lugar es demasiado grande. Hay un hombre que nos habla. Un hombre desagradable, de unos cincuenta años. Sé que es uruguayo. Sé que no tiene buenas intenciones, y que tras sus palabras lentas se esconde un profundo y asqueroso deseo sexual. Tenemos miedo, recuerdo a la muchacha que había escapado y quiero bajar hacia el galpón para hacer el mismo recorrido que ella y escapar. Mi hermana me sigue. Es más pequeña que yo. Quiero cuidarla. Debemos ser rápidas. Pero el hombre nos obliga a trepar la pared, estamos agarradas de la nada, de unos ladrillos mugrosos. Me duelen las manos. El hombre me pisa los dedos. Nos dice suban y bajen la pared suban y bajen suban y bajen. Dentro mío pienso que dice pongo y saco pongo y saco pongo y saco. Cae saliva de la comisura de sus labios, no lo veo pero sé que está haciendo gestos sexuales. Despierto asombrada, con miedo, pensando en Alejandra Pizarnik, en todas sus jaulas. Fin.
1/2 d

2 comentarios:

N. dijo...

Con esa vida onírica que tenés no se como haces para andar desdibujada por la vida.
Solo necesitarias apoyar la cabeza en la almohada y al otro dia podrías escribir cualkier poema, hecho de retazos oscuros y cualkier viscocidad ke te haya sobrado.
Si escribir es el trabajo ke te persigue tenes material para rato.
Te dejo, me voy a dormir a ver si en una de esas te puedo envidiar un pokito menos.
Que tengas agridulces sueños

N. dijo...

encima te vas sin saludar, ke mal educada, ingrata