domingo, 20 de agosto de 2006

Recostados estaban en una noche de cielo tieso
sobre la madera vieja y húmeda
dentro de un gélido suspiro que venía del océano
inmóviles
impávidos
dejaban fluir la nada entre sus cuerpos
Balbuceaban sonidos
para rellenar las horas
(el secreto de los transeúntes
para caminar sin lastimarse los pies
es dejar correr las horas
rellenarlas de sustancias
inofensivas y estériles
llegar a la cama vacíos
y descansar
hasta el próximo relleno
hasta el próximo arribo
al puerto Disfraz
en donde los barcos
flotan en la inconsistencia
y tocan la orilla
en un accidente de azar)
Hablaban del cielo:
un minuto de estrellas
los asqueó hasta callar con violencia
una voz proveniente
de un abismo cerebral inerte
soñadora voz que susurraba
estancada entre barcos muertos
Prometiendo abrir su boca
en una tibia tonalidad
se anima a pronunciar
las horas infinitas
de un cielo que siempre
le fue incierto y misterioso
de una distancia imposible
entre su rostro pequeño
y la estrella magnate
madre del sol:
Y los barcos muertos que poseen cuerpos
ríen frenéticamente
la incomprensible voz que les zumba en la popa
mece su gloria banal
de espinas y lascivia jovial
Asqueados
de un minuto de estrellas brillantes
pinchan con sus astillas los labios
serenamente cotidianos
que susurraban
aquel zumbido coral
que animaba la infinitud de un cielo
y la impotencia de no poder penetrarlo.
Naturalmente
lo inonconexo
lo hostil
hiere
los labios trémulos de quien cuenta su historia:
(ssshhh)
Es estúpido
Calláte
La unicidad nos perturba
nos fundimos en nuestro fuego uniforme
dejános yacer mirando herrumbrados
al cielo siempre igual
-de a poco vamos quemandonos
hasta cerrar los ojos ancianos-
un mismo cielo negro
con soles candentes
que iluminan la noche
Sorprenderse mirandolo
es tener náuseas
de podredumbe de magia
sorprenderse de todos los días
es idiota como no sentir
acostumbrarse al hábito
de existir a la deriva siendo
te provoca la sonrisa
(que te quedaría tan bien!).
...Desde lejos se oye
un crepitar de llamas ardientes
son barcos quemandose
son cielos ausentes
Es una boca que se cierra de a poco
un labio le pertenece al otro
un cuerpo incorregible
urdido en si mismo
comiendose
las últimas estrellas:
que velada cósmica han extraviado
de que recorrido fantástico han abdicado
los barcos muertos
que aun tiemblan cínicos en la cerrazón.
d

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