viernes, 14 de julio de 2006


misceláneo valiente borracho de cielo
Hace demasiado calor en la ciudad de trapos y adoquines longevos. Ella se encuentra de pie en medio de la multitud que aplaude abyecta desde el rosedal a quien desprende magia de una guitarra roja, sangrante de trayectoria,
grullas y proserpinas.
Ella clava sus pies en el pasto húmedo. Trémula y conmocionada.
Oye la melodía desde la mañana lejana que meció su encanto su primer adoración ante la misma canción que acarician hoy sus entrecerrados párpados. Ella alza su vacío perenne atrapado en los ojos
hacia el cielo negro partícipe del episodio. Ella entiende furtiva hecha ceniza y sombra de gente ella dialoga con las estrellas apartada del resto eremita encantada. Ella descubre en silencio al cielo su aliado:
Herida del tiempo, cara bonita de una muerte evidente.
Cielito.
Equilibrio perfecto: La expone pequeña a su inevitable inmensidad altiva y profunda de vidrio roca y almendra y mar. Equilibrio vehemente: La expone soberbia ante su existencia
y sus manos se abren sus ojos se cierran.
Ella quiere una sola dama llamada Luna alineada exacta sobre el escenario que brilla.
Ella extasiada comprueba con la mirada el halo lunar pendiendo del manto negro penetrando la música,
nítida en el centro.
Encuentra su lugar.
Se ablandan sus tensos pies.
El pasto por hoy descansa.
(y el cielo rara vez es incierto)
(D)
recuerdo fugaz

No hay comentarios.: