Tantas horas de silencio hundieron en la fruta la verdad
como una avellana de sombras, impenetrable a tus ojos, la verdad extranjera que
no merece más que un poco de misterio y olvido, te oigo hablar en el recuerdo y
miro tus hombros como una figura geométrica divina que brilla en la noche, yo
miro esa constelación, soy muy pequeña y mis pies se hunden como avellana de
sombras en la arena de Mar del Plata, vos con tu hamaca en las olas te
deslizás, bello pez, estás en el agua, estás en la noche, gema impune, me pedís
que no baje el volumen, me gritás que no lo haga, sacás el parlante afuera y
subís la canción al cielo, armás escalones y los subís siguiendo el ritmo de
Abraxas. Resuelto a remover la energía del Cosmos, un Poseidón intocable, mi
verdad es no besarte porque un orden preestablecido ha querido que tu belleza
sólo le pertenezca a la luna. Y esa luna, compañera, preñada de tu luz, serena,
como dicen los poemas y los tangos doloridos da testimonio de que respiro, y te
inhalo como un perfume, despacito, pienso en tus alas, ella sabe que quiero
sentir tus alas. En mi espalda terciopelos, en mis manos abiertas, en la punta
de mis dedos las plumas de tu identidad. Pero la luna quiere tenerte y se cuela
infatigable en cada momento, de fibras de tesoro, cada momento a tu lado, los
dedos de la luna tocan tu cara, los dedos de la luna te amansan, sé que te gusta
la noche tanto que te desborda, tantas horas de silencio, tantas cosas no dichas
y tantas palabras tejiendo el nido en tu pecho, te abren los brazos, tus ganas,
te hacen saltar como un Cristo inmortalizado en su gloria. Tu alma cabalga al
tiempo, pero el tiempo no te domestica, no se saben tus años, no se posee tu
vida. Tomaste una piedra. La arrojaste contra las bestias y el aire se rompió
como un jarrón inútil. Sentiste la asfixia. Alguien pudo ayudarte, yo no
estaba. No estoy. Altas probabilidades de silencio indican que tampoco estaré
cuando mueras, invoco al destino para arrojar sobre él este deseo que huele a
Océano, que huele a una fruta inmensa, romper el aire, irrumpir con la verdad
en medio de la vida impunemente y subir cada escalón que lleve a una Estrella.
Alguien pudo ayudarte y mojó con leche tus ojos. Suaves como las plumas de tu identidad
perdida. Me acuesto, disminuída en la curva de tus pestañas. En tu memoria
oblicua yo te sueño.
viernes, 5 de enero de 2018
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