Seré una mujer solitaria con marcas de abandono en el
rostro, que vuelve cansada del chino con el saco caído por la mitad del brazo
que sostiene dos bolsas de plástico llenas de latas y animales alarmados de
tanto silencio onírico, seré una sombra voluptuosa de gruesas caderas y paso
lento, que se desarma de ternura cuando ve a los caballos pasar por la calle,
que se destripa en anhelos de piernas calientes sobre su vientre inclinadas,
seré una estrella fugaz de belleza tardía que apenas fue vista por un joven
miope, seré un disfraz de horas, una lágrima atragantada cada día, un espectro
adolescente que busca su grupo perdido en la plaza, tirados, borrachos
durmiendo sobre el vómito, y yo seré la mujer que los recuerda, y que camina
sobre el líquido con sus zapatillas nuevas, intentando recordar una mueca, un
gesto, una cara de aquellas que sentían, un atisbo de latido real en su corazón
que se escondió de sus miedos, su corazón que se replegó sobre sí mismo, su
corazón que es lo más parecido a un bicho bolita del mundo, seré una fruta
vencida, un esqueleto con adiposidades de cuerpo que no gestó ningún niño,
adiposidades ligadas al hueso sin compasión estética, seré un esfuerzo
cotidiano por borrar las líneas que surcan la frente y van hundiéndose en el
cerebro cada vez más convencidas, seré una sombra, seré una ruina, seré una
muerta en vida, seré todo lo que no quise si no dejo de amarte. Hoy.
martes, 12 de septiembre de 2017
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