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QUINTO MISTERIO
La lenta rotación del agua, alrededor de su variada naturaleza. Su oscilación entre la paz de los vasos y las inundaciones. Tal vez sea un mineral; o un ser mitológico; o una planta, una liana, enredando continentes, islas. Puede ser un animal, pez inmenso, que se tragó oscuridades y abismos, con todas las caracolas, anémonas, delfines, ballenas y tesoros naufragados. Desearía tener tal vez la definición de las piedras; y nunca se define. Invisible, visible. Traspasable. Dura. Enemiga. Amiga. Existen los huracanes, las trombas marinas. ¿Golpes de aletas? y también las nubes, frutos que, maduros, caen como lluvia. El pez las absorbe y crece. ¿Entonces este pez, verde y ramal, de plata y sal se nutre de sí mismo? ¿Bebe su propia sed? ¿Come su hambre? ¿Nada en sí mismo? No sabremos jamás sobre ese ente fugitivo, lustral, dentro de las pupilas.
No sé por lo tanto si lo veo; si es él el que se ve.
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Osmán Lins
Retablo de Santa Juana Carolina
de Nove, Novena