Hay fantasías labradas con hielo. Se deshacen al primer rayo
de sol,
Que deja tras la quimera solo un charco.
Ciertos barcos de alma inquieta flotan en su vaivén
impredecible.
Aman la orilla de su lago pequeño, anclados en la arena
besan las olas.
Pero el agua no besa. Sólo envuelve… sólo seca.
Ciertas almas de prodigiosas barcas vuelan con los remolinos
de la primavera.
Sabrán suspirar sin que nadie
las oiga mientras danzan su tristeza de cielo fiel, erguido una vez más detrás
del iceberg en el que aterrizan.